Fortaleciendo las capacidades adaptativas de alpaqueros en Arequipa, Perú

La cría de camélidos andinos es una de las actividades económicas principales para parte de la población en los Andes peruanos. Sin embargo, se trata de una actividad vulnerable ante los efectos presentes y futuros del cambio climático. Cambios en la disponibilidad y estacionalidad de los recursos hídricos o la ocurrencia de heladas afectan esta actividad significativamente. En este marco, el proyecto Ayninacuy “Fortalecimiento de los medios de vida de las comunidades de las zonas alto andinas vulnerables en las provincias de Arequipa, Caylloma, Condesuyos, Castilla y La Unión en la Región de Arequipa, Perú” tuvo como objetivo principal desarrollar una estrategia integral para fortalecer la actividad de crianza de alpacas para producción de fibra, reduciendo la vulnerabilidad y aumentando la capacidad adaptativa de comunidades campesinas altoandinas para responder a los impactos del cambio climático. El proyecto fue financiado por el Fondo de Adaptación, ejecutado por la Cooperación para el proceso de Autodesarrollo Sostenible de Arequipa (COPASA) y el Consorcio para el Desarrollo sostenible de la Ecorregión Andina (CONDESAN) e implementado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Con el fin de reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia de las comunidades altoandinas, el proyecto tuvo dos componentes principales:

  • Componente 1: Implementación de medidas dirigidas a fortalecer los medios de subsistencia y las fuentes de ingreso de las comunidades rurales en las zonas de intervención. Comprendió actividades organizadas según ejes de: a) protección y sanidad animal, b) gestión de agua y c) atención a la salud humana.
  • Componente 2: Fortalecimiento y desarrollo de capacidades comunitarias e institucionales para reducir riesgos asociados con el clima. Comprendió actividades organizadas según ejes de: a) gobernanza, b) gestión de riesgos y cambio climático, c) fortalecimiento de capacidades y d) enfoque de género.

El proyecto inició oficialmente en octubre del 2018 y finalizó a mediados del 2021; pasando por la pandemia de la COVID-19, la cual dificultó la ejecución de ciertas actividades. Sin embargo, al final del proyecto se logró tener un impacto en 36 comunidades con más de 16,000 beneficiarios directos de los cuales el 41% eran mujeres. Algunas de las estrategias para alcanzar un mayor público femenino fue priorizar hogares que tuvieran una jefa de familia, entre otros.

Dentro del primer componente, se construyeron cobertizos, cercos de protección, pastos mejorados y se dosificó al ganado. También se mejoraron canales, embalses y los reservorios de agua y se mejoraron las viviendas de los beneficiaros. Un punto importante en la implementación de estas medidas fue que el proyecto brindó los materiales y los lineamientos/acompañamiento para construirlos; pero la construcción o desarrollo de estas medidas estuvo directamente a cargo de la población. Esto logró que los beneficiarios se apropien del proyecto y estén más preparados para mantener las medidas a largo plazo. Al consultar a los beneficiarios sobre el proyecto, ellos indicaron que se sentían orgullosos de los beneficios que habían logrado a nivel de la comunidad; cada uno tiene una historia de como logró sus objetivos.

Por otro lado, el segundo componente se vio fuertemente afectado debido a la pandemia de la COVID-19. En un primer diseño del proyecto, se planificaron talleres de fortalecimiento de capacidades en las instituciones educativas de las comunidades. Debido a la pandemia, algunas de estas actividades se cambiaron por emisiones radiales. Además, al inicio del proyecto se realizaron convenios con el fin de contar con el apoyo de las comunidades y las autoridades locales para llevar adelante el proyecto. Por otro lado, se crearon, según las necesidades de las comunidades, guías técnicas de temas variados como sistemas de alerta temprana, indicadores ancestrales, construcción de cobertizos, etc. Estas guías fueron entregadas a la comunidad para que puedan ser consultadas durante y después de finalizado el proyecto. La mayoría de las actividades se desarrolló entre Yachachiqs[1], agricultores y miembros de las comunidades con el fin de fortalecer la sostenibilidad del proyecto con el “aprender haciendo”. Esto también permitió optimizar los recursos del proyecto al mismo tiempo que se incrementaban los conocimientos locales. Se espera que el empoderamiento de las comunidades y autorizades autoridades locales, así como la documentación de las lecciones aprendidas, permitan replicar ciertas actividades en otras zonas no priorizadas por el proyecto.


[1] El término Yachachiq proviene del quechua y puede traducirse como “el que sabe y enseña,

educa o instruye”. Se refiere a un campesino o campesina que sabe y enseña; es un líder o lideresa tecnológico(a) o técnico agropecuario, reconocido en la comunidad, llamado también experto local. Vive en la zona del Proyecto (fuente: Ministerio de Cultura del Perú)

Escrito por:

Astrid Juárez