Recuperando los bosques de Campo Claro, Mérida
Este proyecto consiste en la transformación gradual de un bosque de coníferas, establecido por la Compañía Nacional de Reforestación (CONARE) a principios de la década de los setenta con fines de protección de suelos, en un bosque de árboles latifoliados con predominancia de especies nativas.
El bosque Campo Claro, con una superficie de 97.17 ha, es un bosque periurbano, ubicado a una altitud comprendida entre los 1230 msnm hasta los 1600 msnm al Suroeste de la ciudad de Mérida, capital del estado Mérida, en pleno núcleo de la Cordillera de Mérida, en Venezuela. Este bosque fue establecido por la Compañía Nacional de Reforestación (CONARE) a principios de la década de los setenta, con el objetivo de darle protección y estabilidad a los suelos en un área de fuertes pendientes. El bosque está conformado por dos especies de coníferas del género Pinus (Pinus oocarpa y Pinus caribaea), ambas exóticas para el país.
Al pie de este bosque se encuentra la urbanización Campo Claro, conformada por viviendas multifamiliares y unifamiliares que alberga una población cercana a los 8,000 habitantes. Los beneficios de este bosque para la comunidad de Campo Claro tienen que ver con la estabilidad de los suelos, con la regulación microclimática y del ciclo hidrológico, la calidad paisajística y su función como reservorio de biodiversidad.
Este importante pulmón vegetal se ha venido degradando por los sucesivos incendios forestales que ocurren durante las temporadas de sequía. Particularmente los incendios de los años 2013, 2015, 2018 y 2020 han sido devastadores y han provocado la aparición de claros o parches en la vegetación boscosa, que se extienden cada vez más, fragmentando el bosque y disminuyendo significativamente su función protectora de suelos. A lo anterior hay que sumarle algunos casos detectados de tala con fines de obtención de leña, que —aunque se presentan de manera muy esporádica— también contribuyen con su degradación.
Durante los últimos dos años, los niveles de precipitación han sido elevados con relación al promedio anual de años anteriores, lo que ha impedido la ocurrencia de nuevos incendios de vegetación, pero incrementa el riesgo de deslizamientos o movimientos en masa, en aquellas áreas desprovistas de vegetación arbórea, que pudieran afectar las infraestructuras de los diferentes urbanismos emplazados en el área. Por ello, la recuperación de las áreas afectadas del bosque representa un mecanismo de adaptación ante periodos lluviosos más intensos.
Áreas afectadas por el incendio de vegetación del mes de febrero del año 2020
El pasado año 2020, con el fin de evitar que el bosque siguiera degradándose, un grupo de vecinos decidimos tomar acciones para recuperar las áreas afectadas del bosque a través de la formulación de un proyecto de recuperación y transformación del bosque, mediante la plantación de especies arbóreas latifoliadas, las cuales ofrecen una mejor protección al suelo, además de generar un hábitat más variado para la fauna y una mejor calidad paisajística, una vez las especies establecidas lleguen a su floración. A tal efecto, se evaluaron las áreas afectadas y se establecieron los bloques prioritarios para la reforestación con las siguientes especies: guayacan (Handroanthus guayacan), apamate (Tabebuia rosea), fresnillo (Tecoma stans), bucare (Erythrina poeppigiana), cedro de montaña (Cedrela montana), jacaranda (Jacaranda mimosifolia), guayaba (Psidium guajaba) y poma rosa (Syzygium jambos). Estas especies fueron seleccionadas por estar dentro del piso ecológico del área de emplazamiento del bosque, adaptarse al tipo de suelo y en el caso particular de la jacaranda, única especie exótica seleccionada, por la vistosidad de su floración. A la par, se ha venido realizando una campaña de sensibilización dentro de la comunidad, sobre la necesidad de protección del bosque a través de redes sociales como Instagram y WhatsApp.
La superficie del bosque a recuperar se determinó en base a aquellos bloques que presentan menor cobertura vegetal arbórea, producto de la ocurrencia sucesiva de incendios de vegetación durante los periodos secos. Se sumó la superficie de los bloques aislados en que se dividió el bosque, dando como resultado un área total de 31.50 hectáreas; equivalentes al 32.42% de la superficie total del bosque (97.17 ha).
Debido a la pandemia de COVID-19 y la consecuente cuarentena que impidió avanzar con la ejecución del proyecto durante el año 2020, el mismo se inició el pasado mes de mayo del año 2021, consiguiendo realizar hasta el presente un total de cinco jornadas de reforestación lográndose la plantación de 810 plantones de las especies antes señaladas, los cuales fueron donados por el Instituto Nacional de Parques (INPARQUES) y CONARE. Las jornadas se desarrollaron con la activa participación de miembros de la comunidad de Campo Claro y con el apoyo de personal de guardaparques y bomberos forestales, adscritos a la primera de las instituciones identificadas. Al final de cada jornada se hace un compartir con algunos alimentos y refrigerios donados por la comunidad y se evalúan los logros obtenidos y dificultades afrontadas. Las plantas son trasladadas desde los viveros de INPARQUES en vehículos particulares de los pobladores los días previos a cada jornada y se mantienen durante un breve periodo de aclimatación en espacios acondicionados para tal fin dentro de los urbanismos.
Apertura de la primera jornada del proyecto y plantación por parte de una niña de la comunidad
A partir de los tres meses de efectuada la plantación en cada lote, se realizan jornadas de evaluación de sobrevivencia y de mantenimiento de las plantas mediante el desmalezamiento de su espacio circundante y se efectúa la reposición de aquellas que no lograron sobrevivir. En estas jornadas, realizadas con lapsos de entre tres y cinco meses posteriores a la plantación, se cuenta cada uno de los individuos y se compara con el número de individuos plantados durante la jornada de plantación correspondiente, resultando en una tasa de sobrevivencia por encima del rango 70 – 80%. Los resultados obtenidos durante estas evaluaciones nos hacen presumir que el buen nivel de sobrevivencia, a pesar de no tener cuidados culturales estrictos como sería la fertilización y despeje frecuente de malezas alrededor de los plantones, podría deberse a que las lluvias han sido abundantes durante las dos últimas temporadas de precipitación, con periodos secos poco prolongados entre éstas.
En lo que resta de año, el proyecto continuará desarrollándose hasta el mes de noviembre, que coincide con el final de la temporada de lluvias, período en el cual se espera realizar dos jornadas de reforestación y otras tantas de evaluación y mantenimiento de las áreas en recuperación. En los años subsiguientes, se continuarán desarrollando jornadas de plantación y se seguirán realizando sucesivas evaluaciones y mantenimiento, hasta ir cubriendo las cuotas establecidas.
Este proyecto representa una estrategia viable de mitigación y adaptación al cambio climático, pues una mayor cobertura arbórea, además de aumentar la cantidad de carbono secuestrado, contribuye también a mitigar el impacto de la lluvia sobre el suelo. Ello disminuye el potencial riesgo por movimientos en masa que se pudieran presentar en las laderas, con sus implicaciones negativas en lo individual y colectivo, ya que en el límite inferior del bosque se asienta una parte importante de los conjuntos residenciales que conforman la urbanización Campo Claro.